Atisbo la desesperación entre las portadas y las hojas.
Gritas con el inaudible susurro, mi miedo te ha conocido.
Tu silencio ensordecedor duerme a ápices mi alma de poeta y el letargo, apodera la sombra, que ensombrece mi rostro.
Oculta mis vergüenzas del sol radiante, que yo, iré a beber de las flores y a danzar con la lluvia.
Imagínate durmiendo plácidamente en los olivos, abrazando tus terrores e ignorando tus desvíos...
Navegaré, entonces, con la fría fatiga, en la gastada barca, con las punzantes flores hacia donde ejerza vela la adusta bahía.
...Mientras tanto, sigo preso en mis adentros; medroso del mañana.
Cuando esta imagen tuya acuda a nuestro encuentro.